Thursday, December 21, 2006

La Raíz de la Crisis Familiar
El secreto para una familia feliz es el amor y la perseverancia

Por Kelly Rojas Ruiz

La Crisis Familiar cada vez más acérrima, inunda nuestras vidas y rompe la cadena de valores que debiera existir en todos los seres humanos. Desde niños nos inculcaron que la familia es la célula de la sociedad, sin embargo, hoy esa célula está en peligro y sí no unimos esfuerzos es probable que desaparezca.Cuando una mujer y un varón se unen, debe ser por amor y por dicho sentimiento deben colocar a su unión el sello divino, esto es, unirse en sagrado matrimonio, hasta que la muerte los separe: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre” (Mt. 19, 6), como dice la sagrada escritura. Hoy estas razones parecen infundadas, ante la mayor parte de incrédulos que al verse en adversidades, no hacen más que perder la fe y con ello la identidad que conlleva al vacío existencial. Aquel vacío o sin sentido de la vida por el que las mujeres y varones se unen por un cierto placer y estima y de porrazo – sin darse el tiempo necesario para conocerse –, que a la larga se comprueba –con el divorcio –, que no fue amor real. ¿Qué hace falta para que las parejas se amen de verdad?. Primero amor a Dios para tener la sabiduría necesaria y saber elegir a la persona ideal y luego voluntad para actuar con fortaleza y dedicación y más amor a Dios para poseer la virtud de la perseverancia y así regar ese amor todos los días, como una bella rosa blanca –símbolo de pureza -, ya que, de no ser así los esposos dejaran de amarse: Como en las Bodas de Caná, se terminó el vino y quedó agua pero llegó Dios y convirtió el agua en vino y continuo la felicidad. Esta es una metáfora; el vino es el sentimiento de amor conyugal (amor, pasión y pureza) que debe existir eternamente, hasta la muerte de los esposos y el agua es el mismo sentimiento pero con algunas espinas que han sido incrustadas con la rutina, la falta de trabajo, la insolvente economía, los celos y muchos otros males que tentan los matrimonios, sin embargo, sólo el amor real, los podrá vencer.Sí la mujer y el varón se unieran por amor verdadero, no tengo dudas, se convertirían en los mejores padres, porque sólo se puede dar amor a los hijos sí se profesa primero, al esposo o esposa, quienes han sido protagonistas de la llegada de los frutos del amor.Es por esta razón que aquellos niños, cuando se van haciendo jóvenes, tienen múltiples problemas, porque sus padres no han sido capaces de darles amor, comprensión y protección necesaria para que formen su personalidad y puedan convivir con el mundo sin temores y con la seguridad de obtener logros y metas sí se lo proponen con mucho esfuerzo y dedicación, con pasión por lo que hacen, por la vocación a la vida y a una profesión específica.Los jóvenes que no han vivido dentro de ese contexto, van sin sentido por la vida, como un barco a la deriva y no encuentran quién los pueda ayudar a aprender a tomar el timón para llegar al destino del viaje, de ese viaje que emprendieron sin saber dónde iban.En un diario nacional, publicaron un reportaje “La Era de los Arrejuntados”, con cifras alarmantes: Del 20.4% que se declaró conviviente en el censo del año 1993, incrementó al 24.8% en el año 2000. (Fuente INEI).Cada día son más las personas que deciden unirse sin compromiso alguno. No es que afirme que aquellos no se aman, pero lo cierto (estadísticamente) es que desde que se dieron las uniones por convivencia, han incrementado las separaciones (en convivientes) y los divorcios (en esposos).Quizá sí los seres humanos tomaran conciencia en que el verdadero fin del matrimonio es la procreación y la educación de la prole, asumirían su responsabilidad, ya que, el matrimonio es el inicio de la constitución de la familia –por ello legan los hijos- y a partir de allí, los esposos deben interesarse más por la felicidad de los hijos, que por su propia felicidad –no pido que renuncien a ella -, sin embargo, pueden velar por ambas con la misma jerarquía de amor.Sólo así, los hijos se formarán emocionalmente y podrán convivir con el mundo armoniosamente y aportar a la sociedad y engrandecerla, sin lastimar a los demás, y sin permitir que los demás los lastimen, con empatía y responsabilidad. Poseer una familia bien constituida tiene muchas ventajas, según un informe de Linda Waite y Evelyn Lehrer en los EEUU (New York): Casarse y continuar casados con la misma persona, se asocia con una mejor salud mental; Los hombres casados ganan salarios mucho más altos que sus compañeros solteros; A los niños criados por sus propios padres, les va mejor en una serie de datos: mortalidad infantil, salud, escolarización y menos embarazos adolescentes y a los jóvenes que son religiosamente activos les va mejor en el colegio y logran evitar comportamientos peligrosos; La satisfacción emocional y física con el sexo es mayor para las personas casadas; Las parejas casadas tienen niveles notablemente inferiores de violencia doméstica.Por todo ello es mejor formar una familia con el sello divino y construir la felicidad con bases divinas, para que jamás se derrumben.

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