Sunday, January 29, 2006

La Sencillez es Pureza del Alma

Por Kelly Rojas

Una persona sencilla es aquella que se muestra sin doblez a los demás, tiene muy en alto la dignidad del ser humano.
La personalidad sencilla sólo puede fortalecerse apoyada en la gracia de nuestro creador, que se nos dará cuando conozcamos al Divino Redentor. Un camino para lograrlo es la oración: Alimento para el alma.
El máximo paradigma de plena sencillez que está lleno de pureza en el alma y de infinita gracia de Dios, es e
Rectitud de corazón
La sencillez es la rectitud de corazón y ausencia de cálculo, características presentes en aquellas personas que no piensan con doblez, que son sinceras al hablar y coherentes al actuar. La mirada sin mancha nace en la sencillez. Esta virtud es un impulso más para consolidar un proyecto de vida que conlleve a tener un enfrentamiento diario entre el bien y el mal y que, para ganar la batalla se debe renunciar a nuestras más bajas inclinaciones: La miseria humana que debemos desechar.

Plan de vida: Closet para la Oración

El plan de vida es el accionar diario y la fortaleza que poseamos para ganarle la batalla al mal, día a día, para ser coherentes en nuestras aspiraciones, profesión y entorno familiar o amical.
Debemos reflexionar cada paso que avanzamos, para consolidarnos como cristianos y saber decidir el camino a seguir.
Por ello, Jesús nos ha dejado la herencia divina: El Padre Nuestro. Además los closet de oración, que son espacios de intimidad entre los seres humanos y Dios. A solas con el Hijo Redentor, podremos confiarle nuestras necesidades, sentimientos y las experiencias vividas; y Él nos escuchará, comprenderá y ayudará.
La Madre Teresa de Calcuta alguna vez dijo:
"Mi secreto es sencillo. Yo rezo". Esta frase enmarca el camino a la sencillez. Para tenerla debemos conocer a Dios y para conocerlo debemos orar y practicar la Lectio Divina, es decir, leer las Sagradas Escrituras y plasmarlas en nuestra vida diaria.
Con la oración se nos obsequiará la sabiduría y con ella tendremos la lucidez necesaria para elegir la única verdad, la verdad suprema: Dios.
El secreto de la felicidad de San Josemaría Escrivá de Balaguer fue vivir la vida desde lo ordinario, siempre con mucha fe y santificar todo lo que hacía, es decir, empeñarse y hacerlo muy bien, con excelencia divina, porque todo aquello que somos y hacemos viene de Dios.
Por ello, si queremos seguir el ejemplo del Padre Escrivá, debemos ofrecer al Señor todas nuestras vivencias. Ofrecer momentos de oración, momentos de estudio, momentos en familia, momentos para nuestra profesión u oficio. Algunos de estos momentos serán más largos, otros más cortos, lo importante es ofrecer cada día todos nuestros sacrificios, fortalezas, defectos y virtudes a Dios para que los purifique y nos haga santos.

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